Tus ojos son
el postigo ileso donde cuelgan
los atardeceres imposibles.
Desde los míos veo
un mechón de los tuyos
cabalgando
a lomos del basalto,
cruzando solos
las lavas de la tarde.
De pronto, sólo espero
refugiar el paisaje y su códice
tras mis párpados
e imperar en sus cuencas ilusorias