Decir un nombre ahora,
es invocar un secreto de efigies,
es despertar la casa del origen
con dedos de marfil:
fuente primigenia
desde donde vuelan
estos atavíos sudorosos y cálidos,
llenos de victorias.
Decir un nombre,
es pronunciar el nombre de todas las cosas,
sin la separación que el tiempo trajo
doblado en la contienda.
Nombrar es recordar,
decir besar tocar
la piel de la memoria.
De Isla Absoluta, 2005.
Me gusta como te ha quedado ahora el blog.
ResponderEliminarEsta poesia la leí en el libro y me encanta.
Besitos.
Decir un nombre, a veces, es la evocación de una cierta melancolía. Es la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue. Tal vez de lo que fue y allí quedó. Con el recuerdo y la añoranza de un despertar, para seguir el más allá... Bellísimo Isabel.Saludos.Tanci
ResponderEliminarHermoso poema que resuena más allá de su última palabra
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