a L.H, tú le pones tu música
Puede
que la lluvia no te roce
y
que brasas antiguas
no
acaricien –hoy – tu nombre.
Puede
que la tarde sea lenta
y
que el sol no pronuncie
las
palabras de entonces.
Que
una inquietud ordene,
que
un tumulto persiga,
que
una dormida luna
acurruque
–hoy –tus sueños…
Puede...
...,
pero que nada haga
olvidar
qué te nombra:
el
poder de tu risa,
el
poder de tus ojos
divisando la vida,
el
poder de tu arrojo,
el
poder de tu música,
la
fuerza de tus pies sobre los días,
la
belleza rotunda de tus alas.
Eres
cauce, horizonte y montaña.
No
es que puede…
es
que puedes.