Llamó y solo vino ella.
Y aquí
estamos nosotras,
ella y yo
y la llamada aquella
que invocaba no sé qué subterfugios
qué perezas antiguas
qué encrucijadas en no sé qué caminos…
Vino.
La página esperaba
con soledades nuevas.
con soledades nuevas.
Vino.
Y allá quedó guardada
en las sepias del viento,
aquella niña que buscando presencia
se encontró con la ausencia
de la que no sería.
Vino.
Llamó y solo vino ella:
A esta llamada página
a esta invocada esquina
de palabras
baldías…
Vino ella, seguramente los demás sobraban. Parece un encuentre entre dos, madre e hija ¿para qué más?
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