Si
acaso este dolor se escabullera
entre el minuto dos
y la
hendidura azul de un lunes ácido.
Se quedara dormido en los laureles
de un para siempre,
se olvidara que es río
con vocación de lluvia y cataratas.
Si tu dolor
pudiera yo esconderlo,
amarrarlo al olvido y tirar de la cuerda.
Que ya no fuera más, yermo y baldío,
tirabuzón amargo de hojalata.
Si yo pudiera ser susurro de mañana:
te mostraría el gozo que te acecha,
haría tañer campanas,
dejaría a tus pies lo que te pertenece:
ese deleite de existir que ayer yo vi
en el
mismísimo umbral de tu mirada.
Que manera tan hermosa y cercana de querer atrapar ese dolor...
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